viernes, 17 de diciembre de 2010

El llamado de la flauta


La flauta es el símbolo del Pranava. Fue esta flauta la que atrajo a las devotas gopis, las jovencitas de Vraja, para encontrarse con su amado Señor a las orillas del sagrado río Yamuna. La divina melodía de la flauta era encantadora. Tenía un poder maravilloso. Cuando entraba en el corazón a través de los oídos, hacía que el que la escuchaba se olvidara de todos sus seres queridos, del mundo e incluso de su propia identidad. Lo hacía danzar en éxtasis y llenaba su corazón con amor puro. El sonido de esa flauta divina estremecía el corazón con un arrobador deleite, y generaba goce y una nueva vida. Producía una embriaguez de Dios en todos los seres e infundía vida incluso en los objetos insensibles. La dulzura de su música era insuperable. Aquél que oía una sola vez la música de la flauta de Krishna no se interesaba más por el néctar celestial ni la dicha de Moksha.

La flauta y su música conmovieron las almas de las gopis. Al escucharla, no eran dueñas de sí. El mundo no tenía ningún valor para ellas. Se sentían irresistiblemente arrastradas hacia Shri Krishna. No tenían vergüenza ni temor de dejar sus casas. Había un despertar espiritual en ellas. Sus mentes no eran de este mundo. Sus maridos y hermanos trataban de detenerlas en vano. ¿Quién puede resistir el torrente del amor divino hacia el Señor?

El amor que tuvieron las gopis por Krishna fue un amor divino. Fue una unión de almas. No fue unión de sexos. Es la aspiración del Jivatman de fundirse en el Paramatman. Es una fusión del alma individual con el Alma Suprema.

Las gopis habían sido los sabios de bosque de Dandaka en su nacimiento anterior. Deseaban abrazar al Señor Rama. El Señor les prometió satisfacer su deseo en Su siguiente Avatara. Entonces se fundieron en Paramatman en el Krishna Avatara.

¡Oh Señor Krishna! ¡Oh Maestro de música de los tres mundos! ¿No tocarás la misma flauta otra vez en este crítico momento en que hay caos por todos lados, e infundirás nueva vida de amor y goce divinos?

¡Oh Señor! Déjanos escuchar una vez más esa atractiva música de Tu flauta que aquietó y calmó las vibraciones y agitaciones de las criaturas animadas, esa melodía divina que cambió de lugar objetos inanimados, esa música celestial que hizo que las aves vinieran volando a los bancos del Yamuna, que las vacas nómadas y los venados vagabundos vinieran a contemplarte, olvidándose de sí.

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