lunes, 4 de octubre de 2010

Sri Krishna, El hijo de Vasudeva!



¡Oh, mi Señor, Sri Krishna, hijo de Vasudeva!, ¡oh, Personalidad de Dios omnipresente!, a Ti, Te ofrezco mis respetuosas reverencias. Yo medito en el Señor Sri Krishna, porque Él es la Verdad Absoluta y la causa primordial de todas las causas de la creación, conservación y destrucción de los universos manifestados. Él está directa e indirectamente consciente de todas las manifestaciones, y es independiente, pues no existe ninguna otra causa más allá de Él. En el principio fue únicamente Él quien impartió el conocimiento védico en el corazón de Brahma, el ser viviente original. Él hace que hasta los grandes sabios y semidioses se engañen, tal como a uno lo confunden las representaciones ilusorias del agua que se ve en el fuego, o de la tierra que se ve en el agua. Únicamente debido a Él, los universos materiales, manifestados temporalmente por las reacciones de las tres modalidades de la naturaleza, parecen reales, aunque son irreales. Por consiguiente, yo medito en Él, el Señor Sri Krishna, quien existe eternamente en la morada trascendental, la cual siempre está libre de las representaciones ilusorias del mundo material. Yo medito en Él, pues Él es la Verdad Absoluta.
en esta oración, la primera proposición sostiene que el Señor sri Krishna es el Señor primordial, y si ha de entenderse que existe alguna nomenclatura trascendental propia de la Absoluta Personalidad de Dios, ha de ser el nombre indicado por la palabra Krishna, que significa “el supremamente atractivo”. En muchos lugares de la Bhagavad-gita, el Señor afirma que Él es la Personalidad de Dios original, y esto lo confirma Arjuna, y también grandes sabios, tales como Narada, Vyasa, y muchos otros.

Es natural que una mente filosófica quiera saber del origen de la creación. De noche ve las estrellas en el cielo, y naturalmente especula acerca de sus habitantes. Esa clase de preguntas son naturales en el hombre, pues éste tiene una conciencia desarrollada, más elevada que la de los animales. El autor del Srimad-Bhagavatam da una respuesta directa a esas preguntas. Él dice que el Señor Krishna es el origen de todas las creaciones. No sólo es el creador del universo, sino también el destructor del mismo. Por la voluntad del Señor, la naturaleza cósmica manifestada es creada en un cierto período, es conservada por algún tiempo, y luego, también por la voluntad de Él, es aniquilada. Por consiguiente, la voluntad suprema se halla tras todas las actividades cósmicas. Desde luego que existen ateos de varias categorías que no creen en un creador, pero ello se debe a un escaso acopio de conocimiento. Por ejemplo, el científico moderno ha creado satélites espaciales, y mediante uno que otro dispositivo estos satélites son lanzados al espacio sideral, a volar por algún tiempo bajo el control del científico, que se encuentra muy lejos de ellos. De igual modo, todos los universos, con sus innumerables estrellas y planetas, los controla la inteligencia de la Personalidad de Dios.
En las Escrituras védicas se dice que la Verdad Absoluta, la Personalidad de Dios, es la principal de todas las personalidades vivientes. Todos los seres vivientes, desde Brahma, el primer ser creado, hasta la más pequeña de las hormigas, son seres vivientes individuales. Por encima de Brahma existen incluso otros seres vivientes con capacidades individuales, y también la Personalidad de Dios es un ser viviente de ese tipo. Y Él es un individuo, tal como también lo son los demás seres vivientes. Pero el Señor Supremo, o el ser viviente supremo, tiene la mayor inteligencia, y posee las más inconcebibles energías de toda clase de diferentes variedades. Si el cerebro de un hombre puede producir un satélite espacial, uno puede imaginar muy fácilmente cómo cerebros más elevados que los del hombre pueden producir cosas igual de maravillosas y muy superiores.
Sri Vyasadeva dice aquí que la potencia interna manifestada es real, mientras que la energía externa manifestada en la forma de la existencia material, es únicamente temporal e ilusoria, como el espejismo que aparece en el desierto. En el espejismo del desierto no hay verdadera agua, sino únicamente la apariencia de agua. El agua verdadera se encuentra en algún otro lugar. La creación cósmica manifestada parece la realidad, pero no es más que una sombra de ella, pues la realidad se encuentra en el mundo espiritual. La Verdad Absoluta está en el cielo espiritual, no en el cielo material. En el cielo material, todo es verdad relativa, es decir, una verdad depende de alguna otra cosa. Esta creación cósmica es el resultado de la interacción de las tres modalidades de la naturaleza, y las manifestaciones temporales están creadas de forma tal que le presenten una ilusión de la realidad a la mente confundida del alma condicionada, quien aparece en muchísimas especies de vida, incluso entre los semidioses superiores, tales como Brahma, Indra, Candra, etc. De hecho, no existe realidad en el mundo manifestado. Sin embargo, parece haber realidad, a causa de la verdadera realidad que existe en el mundo espiritual, en donde la Personalidad de Dios existe eternamente con Sus enseres trascendentales.
El ingeniero en jefe de una complicada construcción no participa personalmente en la misma, pero conoce cada rincón y escondrijo de ella, porque todo se hace bajo su dirección. Él conoce todo lo referente a dicha construcción, tanto directa como indirectamente. De forma similar, la Personalidad de Dios, que es el ingeniero supremo de esta creación cósmica, conoce cada rincón y escondrijo de ella, aunque los asuntos los llevan a cabo los semidioses. En la creación material, desde Brahma hasta la insignificante hormiga, nadie es independiente. La mano del Señor se ve por doquier. Todos lo elementos materiales, así como también todas las chispas espirituales, emanan únicamente de Él.

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